Hoy he estado todo el día en el coche. La única miembro del Tea Party que he encontrado ha sido la recepcionista del hotel donde estoy. Le he dicho que estaba en Estados Unidos para buscar a gente del Tea Party, ella:
-¿No querrás ponerme una bomba?
Creo que era broma. Parecía graciosa.
Voy a aprovechar que quedan sólo cuatro días para las elecciones para hacer un repaso breve de la guía que hice. Esta información se basa en encuestas. No hay ningún dato. Es pura especulación. Cuando haya pasado todo, será bueno mirar qué aciertan.
El senado está cada día más claro
Hace una semana decía que había nueve elecciones cruciales. Los republicanos deben ganar ocho para llevarse la mayoría (el otro día dije siete, pero descuidé que Kentucky ya estaba en sus manos, con lo cual la victoria de Rand Paul serviría sólo para mantener el escaño).
En suma, en estos días parece que se han asegurado Wisconsin, Kentucky y tienen muy cerca Pensilvania y Nevada (el líder de la mayoría, Harry Reid, perdería su escaño a manos de Sharron Angle, una de las favoritas del Tea Party, que hoy ha dicho a los periodistas: “Responderé a sus preguntas cuando sea senadora”). Así que quedan cinco. Dos tienden a republicano, pero están un poco más abiertas: Colorado e Illinois. Los demócratas están haciendo un esfuerzo enorme para aguantar. Si no lo consiguen, los republicanos sumarían seis. Deberían sacar dos más de estas tres: California, Washington y Virginia Occidental. Según dicen aquí en California va bien la senadora demócrata Barbara Boxer. Los republicanos deberían llevarse por tanto las otras dos. Es muy difíil que consigan el repóker, pero puede ser.
Así, la noche del martes –o la mañana del miércoles- hay que mirar quién ha ganado estos estados. Lo mejor es empezar por el final: si los republicanos Raese y Rossi se llevan Virginia Occidental y Washington –los dos estados más difíciles ahora mismo-, es probable que los republicanos estén de fiesta. Si ganan también en California, será un tsunami. Puede ser que los republicanos se lleven estos tres y fallen en Colorado, Illinois o incluso Pensilvania; es difícil. Será emocionante.
El Congreso sigue en el aire
Aquí es más difícil vaticinar. Las elecciones al Congreso tienen un toque local –los congresistas son los políticos federales más cercanos al ciudadano- y el dinero entre un candidato y otro varía mucho. Las apuestas dicen que los republicanos se llevarán unos 55 asientos. Sería una catástrofe para los demócratas. Los republicanos necesitan 39. Si no llegan, los demócratas tendrán motivo para celebrarlo. En las primeras elecciones después de llegar a la Casa Blanca, el partido del presidente pierde escaños. La clave es el número: menos de 39, los demócratas han resistido. Entre 40 y 50, los republicanos han ganado. Más de 50, desastre demócrata (a Bill Clinton en 1994 le birlaron 52).
Sin embargo, es muy difícil predecir, porque habrá elecciones en distritos decididas por mil votos de diferencia. La noche electoral será larga, pero pronto se podrá ver la tendencia según los distritos vayan cayendo de un lado u otro.
El peso de los gobernadores
Decía la semana pasada que los gobernadores son muy importantes para sus estados, pero menos para la política federal –aunque es cantera de presidentes. Sin embargo, este año hay un detalle que los hace especialmente importantes. En 2010 se ha hecho un nuevo censo. Así, se repartirá de nuevo los escaños por estados según la población. Por ejemplo, en Georgia me decían que habían ganado población y que quizá tendrían dos escaños más.
El valor de los gobernadores es que ellos controlan las fronteras de los nuevos distritos. Esto se llama “redistricting”; es cirugía electoral. Por ejemplo si en un estado republicano hay muchos negros, lo ideal es que queden todos juntos en un solo distrito para que en el resto los negros sean minoría y ganen siempre los republicanos. En cambio, los demócratas intentarían repartir sus bazas entre varios distritos para así conseguir más congresistas. Estas trampas con las fronteras se llaman «gerrymandering».
Gracias a este tejemaneje, los mapas de los distritos son obras de arte. El otro día vi el de Alabama en una pared de la sede del Partido Demócrata en Montgomery. El distrito siete, por ejemplo, es increíble.
Esto no es algo que hagan políticos malos a oscuras. Obama modificó su distrito en la legislatura estatal de Illinois para asegurarse su reelección. En su caso, quitó negros pobres y se puso algún barrio de la élite liberal de la zona de la universidad. Los gobernadores, por tanto, pueden alargar la mayoría republicana con unos distritos hechos a medida de su partido.
El dinero corre por todos lados
El otro día me decía Noel, una demócrata rica de Atlanta: “No paran de llegarme correos de John Kerry, Al Franken, Barbara Boxer [senadores demócratas] que piden dinero. Si les das 20 dólares, a los cinco minutos, otra vez: ‘Muchas gracias, pero ¿no podría dar algo más?’ Es una locura, se creen que la gente es estúpida y que un anuncio hace cambiar votos. Lo peor es que es verdad”.
Tanto si es verdad como si no, ambos partidos tienen las mismas opciones de anunciarse. Los demócratas se han quejado mucho estos días del dinero que les caía a los republicanos de los “intereses especiales” –grandes empresas. Ahora resulta sin embargo que incluso con ese dinero, los republicanos no podrán ni siquiera igualar la enorme inversión demócrata. Los datos no son exactos, pero los demócratas deberán quejarse menos.
Aunque su argumento no es, dicen, sobre la cantidad de dinero a disposición de cada partido, sino que si una empresa da un millón de dólares a un congresista, luego esperará algún favor a cambio. Sea como sea, el dinero tiene mucho peso –cada vez más-, pero no en un solo sentido.
Con esto la noche electoral será más interesante. Yo estos últimos días veré un poco más de Tea Party y seguiré el trabajo de “sacar el voto” –llevar a las urnas gente que no va siempre- de los demócratas. Ayer me decía una trabajadora demócrata, que según datos del partido si alguien que vota por primera vez en unas presidenciales, lo hace también dos años después en las primeras midterms de su vida, será votante siempre. Los demócratas intentarán cumplirlo y que los jóvenes que votaron a Obama en 2008, repitan. De su éxito dependen muchos escaños. Yo lo veré, creo, en Dallas, Texas.
Jordi, Imagino que tú estás aquí también para votar… bueno, si lo puede hacer un indocumentado-ilegal, cualquier extranjero con visa de turista también podrá hacerlo sin traba alguna. (:=
Con visa de turista no sé, pero con mi visa de periodista el martes iré a preguntarlo. A ver si cuela.
Jordi, ten cuidado los chicos del tea party no crean que eres un ilegal que quiere colarse a votar y te vayan a «repatriar» para Mexico, ten presente que para ellos, que no saben mucho de geografia, todos nosotros, exceptuando a Marcos Rubio, somos mexicanos.
jajajajajaja par de imbesoles ,seguro todos ustedes son ilegales o lo fueron basuras ,mojados ,a hora se creen ,bastardossssssssssssss
AMERICA ES UN CONTINENTE!!!!!!!!!!!!