Estados Unidos no quería una guerra en Libia. En Washington, pocos tenían ganas de una nueva intervención en un país musulmán. Una zona de exclusión aérea les parecía una solución ineficaz. Gadafi, además, podía ser malo, pero no había pruebas de atrocidades que reclamaran urgencia. Durante la semana, sin embargo, algo cambió. Fueron tres cosas: […]
Leer el resto del artículo »domingo 20 de marzo de 2011
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